En un giro argumental digno de un thriller de espías, la operación encubierta de China para influir en europea acaba de chocar contra una pared. La historia se desarrolla con espías chinos que intentan jugar a los titiriteros de la política europea, utilizando a un político belga de extrema derecha como marioneta. Esta saga, más enredada que unos auriculares en el bolsillo, revela hasta dónde llega Beijing para moldear las narrativas globales a su favor.
El espía que volvió del frío.
Ingresa Daniel Woo, un astuto agente del Ministerio de Seguridad del Estado de China. Su misión: dirigir el discurso europeo sobre temas delicados como la democracia de Hong Kong y la situación uigur en Xinjiang. La pieza de ajedrez de Woo en este tablero era Frank Creyelman, un ex senador belga, cuyos hilos políticos intentó mover para influir en las discusiones en Europa.
La estrategia de Woo tenía toda la sutileza de un toro en una cacharrería. Intentó convencer a dos miembros del Parlamento Europeo para que acusaran públicamente a Estados Unidos y al Reino Unido de sabotear la seguridad energética europea. Los mensajes de texto entre Woo y Creyelman, obtenidos de una fuente de seguridad occidental, revelan un intento descarado de abrir una brecha entre Estados Unidos y Europa. La trama se complica cuando las directivas de Woo incluyeron atacar a Adrian Zenz, un investigador que expone la crisis uigur, e incluso inmiscuirse en una conferencia sobre Taiwán.
Una enredada red de espionaje
Woo operaba desde la sucursal de Zhejiang del MSS, que parece tener un interés especial en las operaciones europeas. Este caso muestra la autonomía que tienen las sucursales regionales del MSS en la ejecución de sus misiones, un sello distintivo de la estrategia de inteligencia china. ¿El enfoque de Woo? Cooptar a políticos comprensivos de rango inferior que puedan susurrar al oído de los superiores.
Pero aquí está el truco: los intentos de Creyelman de llevar a cabo las órdenes de Woo fueron tan exitosos como una puerta mosquitera en un submarino. Se topó con un muro al intentar oponerse a una resolución del parlamento belga sobre el riesgo de genocidio uigur y ni siquiera pudo conseguir que se publicara un artículo contra las protestas de Hong Kong.
Mientras tanto, los esfuerzos de Woo por influir en el panorama político de Europa reflejan la agenda más amplia de China. No se trata sólo de reunir información de inteligencia; se trata de elaborar una narrativa que se adapte a los intereses de Beijing. Pero como demuestra esta operación fallida, a veces incluso los planes mejor trazados de ratones y hombres (o espías) salen mal.
Además, este fiasco del espionaje subraya la complejidad y los riesgos inherentes al espionaje internacional. La operación del MSS en Europa, particularmente en Bruselas, un centro repleto de organizaciones internacionales como la Comisión Europea y la OTAN, resalta el atractivo de la ciudad como punto crítico de espionaje. En particular, los limitados recursos de seguridad de Bélgica la convierten en untraccampo de juego para las actividades de inteligencia extranjera. La revelación de la operación no sólo revela el ambicioso alcance de la red de inteligencia de China sino que también señala una creciente preocupación por las agencias de seguridad europeas.
Entonces, ¿cuál es la conclusión de esta escapada de capa y espada? Es un claro recordatorio de que el juego de espionaje e influencia internacional está vivo y coleando. Es un mundo en el que países como China están dispuestos a hacer todo lo posible para moldear la opinión mundial a su favor. Pero como demuestra esta operación fallida, a veces el juego del espionaje puede resultar contraproducente, dejando a los jugadores expuestos y sus estrategias en ruinas.
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