La relación entre China y Estados Unidos no es sólo un gran problema. Ese es el trato. Dado que ambas naciones ostentan el título de las economías más grandes del mundo, su relación da forma al mercado global, ya sea que la gente quiera admitirlo o no.
En 2023, el comercio entre los dos superó los 500.000 millones de dólares. Estados Unidos importó alrededor de 239.250 millones de dólares en bienes de China, mientras que China recibió 81.470 millones de dólares de las exportaciones estadounidenses.
Ese tipo de desequilibrio dice mucho, especialmente en un mundo tan interconectado. Afecta a los mercados financieros y perturba las cadenas de suministro, desde latronhasta la agricultura.
Los lazos financieros
Una sola acción, ya sean aranceles o sanciones, hace caer los mercados, provocando inflación y colapsando las economías en todo el mundo. Entonces, cuando China y Estados Unidos aparecen juntos en un titular, ¡todos se incorporan!
En el frente financiero, las cosas son igual de intensas. China posee aproximadamente 902 mil millones de dólares en bonos del gobierno estadounidense. Eso es mucho dinero y contribuye a mantener la estabilidad del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial.

Pero las tensiones entre Estados Unidos y China siguen aumentando, lo que lleva a una menor cooperación entre las instituciones financieras estadounidenses en China.
¿Cuál es el resultado? Posibles perturbaciones en la inversión global que podrían afectar a todos, no sólo a los dos gigantes.
Con todos los continuos vaivenes, la posibilidad de desacoplar (esencialmente desenredar estas economías) podría provocar un frenesí en los mercados de acciones y criptomonedas. Eso es algo que nadie quiere.
El ángulo militar
Cuando se trata del ejército, tanto China como Estados Unidos tienen un gran impacto. Son dos de los pocos países con arsenales nucleares lo suficientemente grandes como para amenazarse mutuamente.
Con el concepto de Destrucción Mutua Asegurada (MAD) flotando sobre sus cabezas, ninguna de las partes quiere llevar las cosas demasiado lejos. Pero Taiwán y el Mar de China Meridional siguen siendo temas candentes que mantienen viva la tensión.
La creciente presencia militar de China en la región del Indo-Pacífico y el compromiso de Estados Unidos de defender a Taiwán añaden más leña al fuego. Cualquier choque en esta región no involucraría sólo a estos dos.
Los aliados de todos los lados se verían arrastrados y las consecuencias afectarían las rutas comerciales globales, amenazando las alianzas de seguridad. Por eso las comunicaciones militares recientes son tan importantes.
Este año, Estados Unidos y China mantuvieron conversaciones militares por primera vez en años. El almirante estadounidense Sam Paparo se sentó con su homólogo chino para establecer algún tipo de marco de comunicación.
No se trata de conversaciones de paz, pero es un paso para evitar cualquier confrontacióndent, especialmente con los conflictos entre Rusia, Ucrania y Oriente Medio.
Cambio climático y gobernanza global
Más allá de las tensiones militares y económicas, ambas naciones también cargan sobre sus hombros el peso del clima mundial.
Como dos de los mayores emisores de carbono del planeta, su cooperación es esencial si el mundo quiere abordar el cambio climático. En 2023, tanto China como Estados Unidos acordaron impulsar sus esfuerzos conjuntos para luchar contra los problemas climáticos.
Dadas sus enormes huellas de carbono, sus acciones (o la falta de ellas) marcan la pauta para los acuerdos climáticos internacionales.
Si China y Estados Unidos no pueden ponerse de acuerdo en lo que respecta al medio ambiente, cualquier esperanza de una acción global significativa comenzará a desmoronarse.
Pero como ambos están comprometidos con nuevas iniciativas climáticas, existe al menos una posibilidad de que el resto del mundo siga su ejemplo.
Mientras tanto, la diplomacia entre China y Estados Unidos está en pleno apogeo. A finales de agosto, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, realizó un viaje a Beijing.
Su misión era calmar los ánimos y trabajar en algunos temas importantes como la lucha contra los estupefacientes, la comunicación militar, la seguridad de la IA y esa molesta situación en el Mar de China Meridional.
También fue la primera visita de un asesor de seguridad nacional estadounidense en ocho años. El mensaje de Sullivan fue que Washington no quiere una nueva Guerra Fría y no está tratando de cambiar el sistema político de China ni presionar por la independencia de Taiwán.
Eldent de China, Xi Jinping, respondió diciendo que Estados Unidos debería ver el ascenso de China como una oportunidad, no como una amenaza. Queda por ver si pueden aceptar eso.
Tensiones y sanciones
Pero no lo tuerzas. La guerra comercial no ha disminuido. Los aranceles siguen vigentes, restos de la administración Trump, que eldent Joe Biden ha mantenido.
Durante el primer semestre de 2024, las exportaciones estadounidenses a China ascendieron a 81.470 millones de dólares, mientras que las importaciones desde China alcanzaron los 239.250 millones de dólares. Se trata de un desequilibrio comercial de 157.780 millones de dólares, una cifra que está provocando bastante controversia.
Además de los aranceles, Estados Unidos ha impuesto sanciones a empresas chinas vinculadas al ejército ruso en medio de la guerra en curso en Ucrania.
Esto es parte de la estrategia de Biden para contener los avances tecnológicos de China, incluso mientras intentan evitar que la relación económica se salga de control.
Taiwán: el último punto álgido
Si hay un tema que podría provocar verdaderos problemas, es Taiwán. Biden ha sido clara sobre su postura. Si China ataca a Taiwán, Estados Unidos la defenderá. Esto supone un alejamiento de la anterior “ambigüedad estratégica” y tiene a la gente preocupada.
La postura militar de China en la región, combinada con los ejercicios militares estadounidenses, no facilita las cosas.

No olvidemos el viaje de Nancy Pelosi a Taiwán en 2022, que empujó a China a un frenesí de respuestas militares.
Ahora que ambos países están aumentando sus capacidades militares, especialmente con drones avanzados y otras tecnologías, el riesgo de una escalada nunca está lejos.
Rusia, China y las criptomonedas en la mira
Ahora finalmente hablemos del verdadero elefante en la habitación: RUSIA. Desde la invasión de Ucrania en 2022, Rusia se ha acercado aún más a China, particularmente en el ámbito militar y económico.
Eldent Vladimir Putin visitó China en mayo para hablar sobre sus “vínculos históricos” y anunció planes para una mayor cooperación económica. Jinping ha llamado a Putin “mi mejor amigo” en múltiples ocasiones.
El conflicto de Ucrania también ha llevado a Putin a repensar su enfoque sobre las criptomonedas. En agosto, firmó una ley que legalizó la criptominería y los pagos transfronterizos.

Esto se considera una forma de eludir las sanciones occidentales. Mientras tanto, China ha mantenido una estricta prohibición del comercio y la minería de criptomonedas, apegándose a su plan de impulsar su propia moneda digital del banco central (CBDC), el yuan digital.
El país ha estado trabajando en el yuan digital desde 2014 y es parte de una estrategia más amplia para reducir la dependencia del dólar estadounidense.
Quiere utilizar esta CBDC para el comercio internacional, especialmente en regiones donde China tiene importantes intereses económicos. ¿El final del juego? Destruir el dominio del dólar estadounidense en las finanzas globales.
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