En el panorama tecnológico mundial, las tensiones aumentan a medida que EE. UU. afirma su desaprobación por la de China de adquirir chips de memoria producidos por Micron Technology.
El mensaje claro del gobierno de los Estados Unidos es su rechazo inequívoco a tolerar lo que considera “coerción económica” dirigida a una corporación estadounidense.
La situación: la difícil situación de Micron y la postura no deseada de China
El 21 de mayo, el regulador del ciberespacio de China declaró que Micron, líder en el sector de fabricación de chips de memoria de EE. UU., no había pasado su revisión de seguridad de la red.
En consecuencia, el regulador declaró su intención de evitar que los operadores de infraestructura crucial compren a la empresa. Este movimiento, que amenaza con reducir los ingresos de Micron, provocó una tron respuesta del gobierno.
La secretaria de Comercio, Gina Raimondo, expresó la oposición inquebrantable de Estados Unidos a las acciones de China. Según ella, las sanciones contra Micron son un caso de “coerción económica simple y llana”, dirigida a una sola empresa estadounidense sin ningún razonamiento sustancial.
Los comentarios de Raimondo se produjeron a raíz de una iniciativa del G7, cuyo objetivo es hacer retroceder la coerción económica de China. Esta decisión unánime, señaló, refleja el alineamiento de la comunidad mundial con la postura del país contra las prácticas no comerciales que perturban el equilibrio económico mundial.
La respuesta de EE. UU.: Oposición acérrima y un llamado al apoyo de los aliados
En respuesta a las tácticas de China, EE. UU. está reuniendo a sus aliados para contrarrestar esta forma de “coerción económica”.
Raimondo destacó el compromiso de EE. UU. de trabajar en estrecha colaboración con sus socios para abordar los desafíos que plantean las prácticas no comerciales de China, un sentimiento que también transmitió al Ministro de Comercio de China, Wang Wentao, durante su reciente reunión.
Además de los esfuerzos de EE. UU. para fortalecer su producción nacional de semiconductores, Raimondo señaló la Ley CHIPS de $ 52 mil millones. Esta inversión, dijo, tiene como objetivo reforzar las capacidades de producción interna de semiconductores del país, un pilar esencial de su soberanía tecnológica.
No obstante, expresó una actitud de bienvenida hacia la cooperación internacional, sugiriendo que se espera que las empresas de los países del Marco Económico del Indo-Pacífico (IPEF), como Japón, Corea y Singapur, participen en la financiación de la Ley CHIPS.
La saga que se desarrolla en torno a la difícil situación de Micron subraya la intrincada dinámica del comercio internacional de tecnología, un espacio cada vez más caracterizado por maniobras geopolíticas.
El rechazo enfático de EE. UU. a las acciones de China y su llamado a una postura colectiva contra tales prácticas significan un punto de inflexión en el discurso global sobre las prácticas comerciales justas en la industria tecnológica.