En el mundo de las innovaciones financieras, la anticipación de un euro digital fue recibida con mucha fanfarria. Sin embargo, a medida que el brillo comienza a calmarse, parece que el gran europeo podría estar plagado de baches legislativos.
El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), un destacado grupo de defensa financiera con presencia global, ha evaluado críticamente la propuesta de la Comisión Europea para el euro digital. ¿Su conclusión? Digamos que no es el respaldo entusiasta que uno podría haber esperado.
Brechas legislativas tan amplias como el Gran Cañón
Al abarcar su lente crítica en siete áreas importantes de la legislación, el IIF encontró que la mayoría de ellas estaban, en el mejor de los casos, “abordadas parcialmente”. Es como construir un rascacielos pero olvidándose de los cimientos.
El análisis de costo-beneficio que constituye un componente fundamental de cualquier propuesta legislativa, especialmente una tan monumental como la introducción de un euro digital, se denominó “básico y de alto nivel”. Es como si algunas secciones fueran una ocurrencia tardía, que dependieran en gran medida de estudios anteriores o, peor aún, que faltaran por completo.
Una de las ambigüedades pronunciadas gira en torno a la estabilidad financiera y el mecanismo de intermediación bancaria. Está muy bien destacar los "límites de retención" como medida de protección, pero sin una defi clara de estos límites o una estrategia para su aplicación, es tan útil como una puerta mosquitera en un submarino.
Una moneda digital con promesas potencialmente vacías
Es dent que los arquitectos de esta propuesta del euro digital pueden haber sido demasiado apresurados. Los proveedores de servicios de pago (PSP) se encuentran en una laguna turbia, sin un camino claro para recuperar los costos de integrar los servicios digitales del euro.
Están contemplando gastos como la conectividad de infraestructura y el desarrollo de software de billetera. Pero espera, hay un giro. Se han puesto límites a las tarifas que pueden cobrar.
Y para echar un poco más de sal a la herida, se espera que las entidades de crédito ofrezcan servicios básicos de euros digitales. Sin etiqueta de precio. Como era de esperar, el IIF encontró que estos “desafíos del modelo económico y de responsabilidad” sólo se abordaban superficialmente.
La privacidad, la piedra angular de cualquier moneda digital, parece ser una ocurrencia tardía. defi ambiguas plagan el ámbito de los controles de privacidad del euro digital.
Los PSP se quedan en la estacada, sin tener claro su papel o incluso la viabilidad de cumplir los requisitos tras el debut del euro digital. Si esto no fuera lo suficientemente preocupante, las medidas de ciberseguridad y contra el lavado de dinero parecen entradas fantasmas, que aún no se han materializado.
Una enmarañada red de gobernanza
Ahora, hablemos de gobernanza. Es sorprendente presenciar la flagrante omisión de salvaguardias contra conflictos de intereses en la legislación. Si bien se espera que el Banco Central Europeo (BCE) desempeñe múltiples funciones, podría verse enredado en la intrincada danza de regulador y operador. Sin una supervisión dent prevista, es una receta potencial para el caos.
El IIF, que no tiene pelos en la lengua, subrayó la falta de valor en el desarrollo de sistemas paralelos. En lugar de ser revolucionario, el euro digital podría simplemente replicar estructuras existentes, inmovilizando recursos y no siendo rentable.
Todo este escrutinio se produce cuando el euro digital aún se encuentra en su etapa incipiente y se está desarrollando meticulosamente al lado de su infraestructura. El proyecto permanecerá bajo el microscopio hasta octubre, después de lo cual el BCE podría pasar a su fase de prueba. Pero recuerde, incluso el susurro de un euro digital vivo depende de la luz verde de la legislación.
La ambiciosa incursión de la Comisión Europea en el mundo de la moneda digital parece estar tropezando antes de que siquiera pueda aprender a caminar. La esperanza ahora recae en que los legisladores tomen en serio esta retroalimentación, o el euro digital podría seguir siendo un sueño deslumbrante y nunca ver la luz del día.