Los rumores sobre una posible salida de la India del bloque BRICS se han convertido en un rugido. Dadas las ambiciones del bloque de ampliar su alcance, es irónico cómo las tensiones dentro de su confraternidad original insinúan una historia dividida. ¿El punto focal? El sutil pero notable alejamiento de la India de este colectivo, optando en cambio por acercarse a Occidente. Este giro no es sólo un mero cambio de alianzas; presagia una controversia que podría hacer que un miembro fundador salga del círculo.
Durante buena parte del año pasado, los BRICS parecían seguir una trayectoria ascendente, sumando seis naciones más a su familia en la cumbre de 2023. Esta expansión no se trató sólo de números; se trataba de añadir a la mezcla voces de peso pesado como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, detrás de esta fachada de crecimiento se escondían las semillas de la discordia, plantadas desde el inicio de los BRICS, particularmente en lo que respecta al papel y la relación de la India dentro del grupo. Las fallas se hicieron evidentes cuando las sanciones a Rusia complicaron el comercio petrolero, un área vital de colaboración dentro del bloque.
El quid del conflicto
En el centro de esta discordia estaba un intrincado acuerdo petrolero entre Rusia e India, inventado como una solución alternativa a las sanciones occidentales. Este acuerdo no sólo fue financieramente lucrativo para la India, ya que le ahorró casi 7 mil millones de dólares, sino que también marcó un paso significativo hacia la desdolarización, con pagos realizados en monedas locales. Sin embargo, la trama se complicó cuando Rusia propuso compensaciones en yuanes chinos, una sugerencia que no le cayó bien a la India, dadas sus tibias relaciones con China.
Este enredo financiero se complicó aún más con la decisión de la India de comprar petróleo a los Estados Unidos, medida que informó Bloomberg. Teniendo en cuenta la postura a menudo antioccidental de los BRICS, este acontecimiento no provocó precisamente aplausos de los demás miembros. Aquí vemos el meollo del problema: el acto de equilibrio de la India entre sus socios tradicionales del BRICS y sus compromisos occidentales, una maniobra cargada de implicaciones geopolíticas.
Perspectivas económicas en medio de tensiones geopolíticas
En el frente económico, la historia de la India es de crecimiento robusto y pronósticos prometedores. S&P Global elevó recientemente su predicción de crecimiento para el año fiscal 25 de la India al 6,8%, impulsado por una tron demanda interna y un repunte de las exportaciones. Este ajuste refleja el optimismo que rodea la trayectoria económica de la India, considerándola la principal economía de más rápido crecimiento a nivel mundial. Moody's también se unió a este coro de pronósticos positivos, proyectando un crecimiento significativo del PIB del 8% para el año fiscal 24, impulsado por el gasto público y el consumo interno.
El desempeño de la economía en el trimestre de diciembre, con una tasa de crecimiento del 8,4%, es un testimonio de su resiliencia. Los sectores manufacturero, eléctrico y de la construcción lideraron este aumento, desafiando los temores de una desaceleración. Ese dinamismo ha llevado al Banco de la Reserva de la India a revisar al alza su pronóstico de crecimiento, junto con expectativas de un defi fiscal moderado y una vía estratégica hacia la consolidación fiscal.
Sin embargo, la historia de la vitalidad económica está matizada por desafíos, incluida la necesidad de sortear tasas de interés restrictivas y medidas regulatorias destinadas a frenar los préstamos no garantizados. La anticipación de S&P Global de recortes de tasas en varias economías asiáticas, incluida India, apunta a un enfoque cauteloso pero estratégico para fomentar el crecimiento económico en medio de presiones inflacionarias y vientos en contra de la economía global.
Mientras la India recorre este complejo panorama geopolítico y económico, la cuestión de su lealtad a los BRICS frente a un giro hacia Occidente sigue siendo pertinente. El equilibrio entre sostener el crecimiento, gestionar las relaciones internacionales y orientar las políticas económicas internas subraya los desafíos multifacéticos que enfrenta la nación en este escenario global.