En un mitin de campaña en Wisconsin, el dent Donald Trump anunció que cualquier país que se atreviera a deshacerse del dólar estadounidense para el comercio se enfrentaría a un arancel del 100% sobre sus productos.
En su opinión, el dólar está “bajo un gran asedio” desde hace ocho años. Está buscando detener el movimiento de desdolarización, que ha estado cobrando fuerza en países de todo el mundo gracias a los BRICS.
Aunque el dominio del dólar ha disminuido en los últimos años, todavía representa el 59% de las reservas oficiales de divisas, según el FMI. Y Trump, siendo Trump, no está dispuesto a permitir que esa cifra caiga aún más.
Ahora Wisconsin, el estado donde Trump pronunció su discurso, es un campo de batalla clave en la lucha por el Óvalo entre él y Kamala Harris, quien actualmente lidera por 8 puntos en una encuesta de Bloomberg/Morning Consult.
Comercio mundial y consecuencias económicas
Un arancel del 100% no es un asunto menor. Si Trump cumple su promesa, el costo de los bienes importados de países que se alejan del dólar se disparará.
Esto significa precios más altos para los consumidores y empresas estadounidenses que dependen de productos extranjeros. Imagínese esto: su teléfono inteligente de $800 de repente podría costar $1,500.
Los estudios predicen que estos aranceles podrían aumentar la inflación en alrededor de 0,75 puntos porcentuales, debilitando aún más la economía.
También podrían vislumbrarse aranceles de represalia. Los países que enfrentan estos aranceles del 100% no se van a quedar quietos. Podrían imponer sus propios aranceles a las exportaciones estadounidenses, creando una guerra comercial en toda regla.
La historia nos muestra lo malo que puede llegar a ser esto; basta con mirar la batalla comercial entre Estados Unidos y China hace unos años. Las exportaciones cayeron en picada y la economía estadounidense sufrió.
Según la Tax Foundation, los aranceles de represalia podrían reducir el PIB estadounidense en un 0,05% y eliminar alrededor de 27.000 puestos de trabajo.
Impacto en el dólar estadounidense y las relaciones comerciales globales
El daño a largo plazo podría ser para el propio dólar. Al alejar a los países del comercio de la moneda estadounidense, los aranceles de Trump podrían resultar contraproducentes, acelerando la tendencia de desdolarización.
Los países cansados de lidiar con medidas punitivas como esa podrían finalmente decidir abandonar el dólar por completo, dejando su condición de moneda de reserva colgando de un hilo. Los aranceles también significarían una fuerte caída en los volúmenes comerciales. Miremos los números.
Estados Unidos intercambió 254.400 millones de dólares con China en 2023, 100.400 millones de dólares con la India, 58.300 millones de dólares con Brasil, 48.200 millones de dólares con Rusia y 21.400 millones de dólares con Sudáfrica. Un arancel del 100% podría hacer que estas cifras se derrumben a medida que ambas partes retrocedan.
En casa, el plan de Trump podría perjudicar tanto a las empresas estadounidenses como a las extranjeras.
Las empresas que dependen de materiales o repuestos importados de países desdolarizados enfrentarían costos más altos, lo que elevaría los gastos de producción.
Esto podría significar menos productividad, precios más altos para los consumidores y, en el peor de los casos, despidos. Los investigadores económicos estiman que aranceles de esta escala podrían reducir el crecimiento del PIB a largo plazo entre un 0,2% y un 0,8%.
Aún más loco es que no afectarán a todos por igual. Los hogares de bajos ingresos serían los que más sufrirían.
Un estudio muestra que incluso un arancel del 10% puede reducir los presupuestos de las familias más pobres, costándoles una mayor parte de sus ingresos en comparación con los hogares más ricos.
Ahora imaginemos lo que haría un arancel del 100%. La brecha entre ricos y pobres podría ampliarse aún más.
¿Represalias de los BRICS?
Es probable que los países BRICS ya estén preparando sus contramedidas. En respuesta a la amenaza arancelaria del 100% de Trump, estos países podrían acelerar sus esfuerzos para crear sus propios sistemas financieros, evitando finalmente por completo el dólar estadounidense.
China, por ejemplo, ha estado impulsando su yuan digital en el comercio mundial, mientras que Rusia ha estado comercializando petróleo en rublos en lugar de dólares. Brasil e India han estado explorando el uso de sus monedas locales para acuerdos internacionales.
Los países BRICS también podrían intensificar su cooperación interna, construyendo vínculos comerciales tron fuertes entre sí y con otras naciones fuera de la influencia de Estados Unidos.
Podrían formarse nuevas alianzas, con países que busquen eludir los aranceles estadounidenses y comerciar en sus propias monedas. Ya lo han hecho. Países como los Emiratos Árabes Unidos, Irán e incluso la propia Turquía de la OTAN han mostrado una preferencia económica por los BRICS.