A medida que el panorama digital global se vuelve cada vez más complejo, las capacidades digitales de una nación han surgido como una fuerza poderosa que podría moldear profundamente el futuro de las relaciones internacionales. Esta nación es China.
Sus capacidades cibernéticas avanzadas, particularmente en espionaje y sabotaje, ahora constituyen una amenaza que defi la era, según los principales expertos estadounidenses en seguridad cibernética.
El quid de esta creciente preocupación es el profundo riesgo de ataques cibernéticos en la infraestructura crítica de los EE. UU. , que podría instigar disturbios sociales generalizados en un momento de conflicto abierto.
Amenazas disruptivas que amplifican el desafío de la ciberseguridad
La directora de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), Jen Easterly, articuló con franqueza estos temores en una aparición reciente en el Instituto Aspen en Washington, DC
La conversación se centró en la infiltración informada de las redes militares y del sector privado de EE. UU. por parte de piratas informáticos chinos, un grupo bautizado como "Volt Typhoon" por el gigante tecnológico Microsoft. Esta infiltración no fue un dent aislado, sino parte de la estrategia cibernética más amplia de China.
El escenario más alarmante que compartió Easterly prevé que estos grupos de piratas informáticos apunten a los oleoductos y ferrocarriles estadounidenses en una situación de hostilidad escalada, causando una interrupción generalizada.
En particular, la escala de esta amenaza potencial haría que sea increíblemente difícil para los EE. UU. evitar tales interrupciones.
Por lo tanto, se ha emitido un llamado a las armas al público estadounidense, enfatizando la necesidad urgente de comprender y reforzar no solo la resiliencia cibernética, sino también la resiliencia operativa y social.
En esencia, la gravedad de la amenaza cibernética de China requiere un enfoque holístico de la resiliencia que se extienda más allá de las pantallas de nuestras computadoras.
El clima geopolítico y la creciente prioridad de la ciberdefensa
Esta dura advertencia se produce en un contexto de intensificación de las tensiones geopolíticas. Las empresas estadounidenses, ahora con menos información sobre sus homólogos chinos que hace un año, son más susceptibles a las ciberamenazas.
Como resultado, contrarrestar los ataques digitales de China ha ascendido rápidamente en la lista de prioridades del gobierno de EE. UU., lo que ha dado lugar a debates más explícitos sobre la conexión entre el gobierno chino y varios grupos de hackers.
Durante muchos años, las empresas estadounidenses han lidiado con el espionaje cibernético chino, siendo el robo de propiedad intelectual una de sus principales preocupaciones. Supuestamente, las entidades chinas han explotado tales tácticas para obtener la paridad con sus contrapartes estadounidenses.
Sin embargo, los comentarios de Easterly reflejan un cambio notable en la postura de la administración de los EE. UU., destacando los riesgos más allá del mero espionaje. Por ejemplo, la interrupción de oleoductos o servicios de transporte críticos podría tener efectos paralizantes en la economía estadounidense durante un conflicto.
La reciente intrusión cibernética en el Oleoducto Colonial, supuestamente por parte de piratas informáticos rusos, subraya el potencial devastador de tales ataques, con una interrupción generalizada de las aerolíneas y escasez de gasolina en toda la costa este.
Easterly subrayó la necesidad de estar preparados contra los ataques disruptivos a la infraestructura crítica y se refirió a ella como el problema más importante para los operadores de dichos servicios. Aunque expresó su esperanza de que tales escenarios no se materializaran, es dent que ignorarlos sería desaconsejable.
La perspectiva de que las potentes capacidades cibernéticas de China se desplieguen agresivamente contra los EE. UU. no es solo una amenaza especulativa, sino una realidad que define una defi .
Esta nueva era de guerra digital requiere un enfoque estratégico, integral y proactivo para la resiliencia y la defensa, con el objetivo de salvaguardar no solo nuestros sistemas informáticos, sino también el tejido mismo de nuestra sociedad y economía.