La década de 1970 evocaba la imagen de una economía , una época en la que reinaba la incertidumbre. Si avanzamos hasta el presente, parece que la historia está dando otro matic .
El ritmo constante de la globalización se está desacelerando, afectado por una combinación de crisis como la pandemia de Covid-19 y la audaz invasión rusa de Ucrania.
Estos acontecimientos han generado una serie de efectos en cascada, causando revuelo en los mercados energéticos, las cadenas de suministro y las políticas monetarias.
Los signos reveladores de la incertidumbre global
Varios indicadores revelan el estado volátil de la economía global. El índice Vix, un barómetro de la volatilidad prevista del mercado, se ha mantenido constantemente alto desde 2020, lo que contrasta marcadamente con la relativa calma de la década anterior.
Los analistas también parecen estar haciendo sonar las alarmas, utilizando más que nunca la palabra “incierto” en sus informes. Este cambio en la atmósfera global está cambiando las reglas del juego para todos, desde los inversores hasta quienes dirigen los bancos centrales.
¿Qué hizo que las últimas dos décadas fueran tan predecibles? Un entorno seguro reforzado por el aumento del comercio mundial y un número mínimo de perturbaciones políticas habían proporcionado una lente clara para ver y pronosticar métricas macroeconómicas críticas: tasas de crecimiento, tasas de interés, inflación.
Sin embargo, esos lentes ahora están empañados por los trastornos políticos y las intensas políticas exteriores, lo que hace que los modelos y supuestos cuantitativos anteriores sean irrelevantes.
La lucha del mercado contra los riesgos geopolíticos
Si se mira más allá de los gráficos, los estados financieros y las cifras, se revela la lucha innata del mercado por valorar adecuadamente los riesgos geopolíticos.
Los datos históricos sugieren que las meras amenazas de inestabilidad geopolítica tienen un impacto más profundo en los mercados que los propios acontecimientos.
La reacción del mercado ante el conflicto en Israel es un ejemplo de ello. Los precios del petróleo experimentaron un aumento, pero no en la medida que se esperaba ampliamente. En el ámbito de la geopolítica reinan la complejidad y la imprevisibilidad, y eso a menudo deja al mercado en un estado de parálisis.
Sin embargo, donde hay riesgo, hay oportunidad. El mercado ahora tiene un creciente apetito por expertos que posean una combinación de conocimientos políticos y perspicacia financiera.
El aumento de los fondos de cobertura macroeconómicos entre 2019 y 2022 es una prueba de esta tendencia. Quienes anticiparon con éxito los cambios del mercado, como las reacciones a las decisiones económicas de la entonces primera ministra británica Liz Truss, obtuvieron importantes recompensas.
Esta volatilidad en la economía global también tienta a los operadores a adoptar tácticas agresivas a corto plazo. El creciente interés en las opciones de día cero desde que comenzó la pandemia es un testimonio de este cambio.
Sin embargo, incluso las instituciones con estrategias tradicionalmente pasivas están sintiendo la presión. La imprevisibilidad de las tendencias económicas incluso a diez años los está empujando a diversificar sus carteras, aumentando sus participaciones en activos alternativos.
Pero los mayores riesgos conllevan mayores repercusiones. Los errores en este panorama volátil pueden costar muy caro, ampliando el rango de retornos y magnificando las pérdidas.
El enigma de las políticas
La creación de políticas se ha convertido en una tarea ardua en este entorno fluctuante. Los bancos centrales, que normalmente se basan en datos históricos para sus intervenciones, ahora enfrentan un margen de error más significativo.
La dinámica en continuo cambio disminuye el impacto de las políticas monetarias que operan con base en tendencias pasadas. Las instituciones financieras tradicionales y los reguladores del mercado parecen no estar preparados para navegar en estas aguas turbulentas.
En un intento por decodificar estos acontecimientos geopolíticos, los participantes del mercado podrían inadvertidamente introducir más errores, estableciendo un bucle continuo de inestabilidad. La persistente e intensificada volatilidad del mercado que estamos experimentando puede no ser una fase pasajera sino una prueba duradera.
Mientras la economía global se encuentra en esta precaria coyuntura, cada decisión, cada política y cada elección de inversión puede tener implicaciones magnificadas. La necesidad del momento no es sólo afrontar estos desafíos, sino hacerlo con agilidad, previsión y un toque de audacia.