La cuestión de si China puede rejuvenecer su vigor económico se ha convertido en un tema de intenso debate entre los expertos económicos y los responsables de la formulación de políticas a nivel mundial.
Recientemente, un coloquio titulado “¿Quién mató a la economía china”, organizado por Asuntos Exteriores y el Instituto Peterson de Economía Internacional, puso este debate en primer plano?
El coloquio, lleno de estilo hiperbólico, podría sugerir una visión demasiado pesimista de la economía de China. Sin embargo, bajo la superficie de este matic retrato se esconde un escenario complejo y multifacético sobre el futuro económico de China.
En medio de opiniones diversas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha proyectado un pronóstico de crecimiento del 5,4% para China en 2023, mientras que los análisis a largo plazo, como los de Martin Wolf del Financial Times, advierten contra declarar prematuramente el "pico de China".
Sumergirse en el atolladero inmobiliario
Un aspecto crítico del desafío económico de China es su sector inmobiliario, que históricamente ha sido un componente colosal de su marco económico. Un artículo de investigación realizado por Sheng Zhongming en mayo destacó el asombroso impacto de una desaceleración en las actividades inmobiliarias.
Reveló que una caída permanente del sector inmobiliario, defi como el mantenimiento del actual nivel de ventas de 13 billones de yuanes al año (1,8 billones de dólares), daría lugar a una reducción de los ingresos del sector público de 3,6 billones de yuanes.
Este cambio drástico, que representa entre el 3% y el 4% del PIB, afectaría predominantemente a los presupuestos de los gobiernos locales, que constituyeron dos tercios de los ingresos fiscales generales en 2021.
Una pérdida de ingresos tan significativa, aproximadamente del 15%, junto con una disminución equivalente en el financiamiento disponible, podría provocar una perturbación sustancial en la economía china.
Reequilibrio de la economía: perspectivas estructurales y políticas
El debate sobre la trayectoria económica de China involucra dos perspectivas principales: política y estructural.
El coloquio, en respuesta al análisis de Adam Posen sobre el “Covid prolongado económico” de China, presentó las opiniones de Posen y de los expertos en China Zongyuan Zoe Liu y Michael Pettis.
Un consenso clave es la necesidad de que la demanda interna privada, especialmente la demanda de los consumidores, desempeñe un papel más importante en la economía de China. Este cambio es necesario por la disminución de la viabilidad del crecimiento impulsado por las exportaciones y la ineficiencia de las inversiones dirigidas por el Estado.
Posen atribuye la disminución del crecimiento chino a la interferencia arbitraria del gobierno, particularmente durante y después de la pandemia.
Por el contrario, Liu y Pettis ofrecen análisis más estructuralistas, señalando una estructura económica e institucional que quedó obsoleta hace décadas y no logró evolucionar.
La visión de Posen implica que la reestructuración de la deuda y el estímulo fiscal podrían ser efectivos, mientras que la perspectiva estructuralista sugiere un problema más profundo, donde los ingresos adicionales en manos privadas podrían no traducirse en un aumento del gasto debido a una falta de confianza en las políticas gubernamentales y en la seguridad de las inversiones.
Abordar estos desafíos requiere estrategias innovadoras. Un enfoque podría implicar importantes transferencias de riqueza a los más pobres, lo que podría estimular el gasto entre aquellos con una mayor propensión a consumir.
Además, la redistribución de la riqueza, complementada con iniciativas gubernamentales como subsidios para mejores viviendas, podría conducir a un crecimiento económico más equitativo.
Otra estrategia es el gasto fiscal directo, financiado a través de impuestos, para aumentar la demanda centrándose en los servicios públicos para los pobres.
En esencia, la revitalización de la economía china puede depender del desarrollo de un Estado de bienestar, parecido a una “economía china con características europeas”.
Esto implicaría un cambio en los recursos nacionales para beneficiar a los ciudadanos más pobres, lo que requeriría cambios institucionales y políticos para abordar los intereses y las voces de los menos ricos.
El camino hacia el resurgimiento económico de China es complejo y multidimensional y requiere un enfoque equilibrado que aborde desafíos tanto estructurales como políticos.
Mientras la economía global observa, las decisiones y acciones de las autoridades chinas en los próximos años serán fundamentales para determinar la trayectoria de una de las economías más grandes del mundo.