La economía de China, la segunda más grande del mundo, está experimentando actualmente su espiral deflacionaria más significativa en años, lo que genera sorpresa y cuestionamientos sobre su estabilidad futura. En una sorprendente desaceleración en noviembre, los precios al consumidor de China se desplomaron un 0,5 por ciento interanual, marcando la caída más pronunciada vista en tres años.
Esta caída superó la modesta caída del 0,2 por ciento anticipada por los economistas y superó la caída del mes anterior, pintando un panorama preocupante de una economía en dificultades.
La caída de los precios al consumo es sólo la punta del iceberg. Los precios al productor, un indicador crítico medido a las puertas de las fábricas, también han caído un 3 por ciento, plantándose firmemente en territorio negativo durante más de un año.
Estas cifras no son meras estadísticas; son señales de alarma que señalan un período de deflación que China no ha visto en mucho tiempo. Esta tendencia a la baja comenzó en julio, tomó un breve desvío ascendente en agosto y luego reanudó su descenso en octubre, reflejando una montaña rusa que sólo va cuesta abajo.
Navegando a través de los desafíos económicos
El panorama económico de China está plagado de desafíos. El patrón deflacionario está agravando las presiones existentes, incluida una crisis de liquidez en el sector inmobiliario, cifras comerciales decepcionantes y una recuperación vacilante de las estrictas políticas de cero Covid que incluyeron bloqueos prolongados y cierres de fronteras.
Esta agitación económica ha dejado a la demanda de los consumidores sin aliento en 2023, y las autoridades han fijado un modesto objetivo de crecimiento de sólo el 5 por ciento, el más bajo de las últimas décadas.
La respuesta de Beijing a estos obstáculos económicos ha sido una mezcla de precaución y medidas calculadas. Se han pedido mayores medidas de estímulo, especialmente a la luz de la persistente desaceleración del sector inmobiliario.
La respuesta del gobierno incluyó recortar las tasas de interés clave y emitir nuevos bonos para impulsar el crecimiento. Sin embargo, se han abstenido de realizar rescates a gran escala de desarrolladores, lo que indica una estrategia que se trata más de apoyo calculado que de misiones de rescate.
El líder de China, Xi Jinping, enfatizó recientemente que la recuperación económica del país se encuentra en una “etapa crítica”, destacando la necesidad de un mayor apoyo fiscal y monetario. Esta observación coincide con Moody's Investors Service a negativa de su perspectiva sobre la calificación crediticia de China, lo que apunta a riesgos de reducción del crecimiento económico a mediano plazo y posible apoyo financiero a las regiones más débiles.
China y una maraña de indicadores económicos
La narrativa económica en China se complica aún más por los recientes acontecimientos en sus sectores inmobiliario y de inversión. El incumplimiento de Country Garden, el desarrollador privado más grande de China, y la agitación en la compañía de inversión Zhongzhi son indicadores evidentes de la agitación que se extiende por el mercado. Estos dent reflejan la vulnerabilidad de una economía que intenta encontrar su equilibrio en medio de un mar de desafíos.
A este complejo entramado económico se suma la decisión del gobierno de detener la publicación de datos sobre el desempleo juvenil, una medida que siguió a que la métrica alcanzó niveles récord desde su inicio en 2019. Esta acción podría interpretarse como una medida estratégica para gestionar las percepciones o una señal de cuestiones subyacentes más profundas.
La caída del índice de precios al consumidor se ha visto influenciada significativamente por la caída de los precios de la carne de cerdo, un componente vital de la canasta de consumo de China. Los precios de los alimentos cayeron un 4,2 por ciento en noviembre, lo que apunta a una demanda de los hogares moderada. Esta mediocre actividad del consumidor contrasta marcadamente con otras economías importantes, que han visto aumentar la inflación después de las restricciones de Covid-19, lo que pone de relieve la situación económica única de China.
Mientras el mundo espera datos sobre el crecimiento de las ventas minoristas de noviembre, vale la pena señalar que el mes anterior se produjo un aumento del 7,6 por ciento. Sin embargo, este aumento se vio impulsado por un efecto de base baja a partir de 2021, cuando los cierres de Covid fueron más intensos.
En esencia, la economía de China navega actualmente a través de un laberinto de desafíos, con tendencias deflacionarias, una demanda de consumo vacilante y un mercado inmobiliario incierto. La gran pregunta sigue siendo: ¿alguna vez las cosas mejorarán para este gigante económico?
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