La alianza BRICS, inicialmente un faro de colaboración en los mercados emergentes, ha revelado recientemente un grandioso plan para ampliar su influencia, desafiando directamente el orden global establecido.
En agosto, el bloque extendió la alfombra de bienvenida para seis naciones más: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Argentina, Irán y Etiopía.
Sin embargo, es evidente que China –el coloso asiático– actuó como titiritero, influyendo en la decisión de la alianza hacia esta agresiva expansión. El abrumador entusiasmo de China por la ampliación de los BRICS es tan claro como la luz del día.
El Reino Medio ve a la entidad BRICS como una pieza de ajedrez fundamental en su gran estrategia para relacionarse más íntimamente con el Sur Global, lanzando simultáneamente un contraataque al dominio global de Estados Unidos.
China, al parecer, está jugando un juego magistral, esgrimiendo la plataforma BRICS como herramienta de influencia y posicionamiento estratégico.
Desentrañar los verdaderos motivos de China
Antes de la cumbre de los BRICS, el máximo diplomático de China, Wang Yi, promocionó descaradamente la alianza como "la plataforma más importante para la colaboración entre los mercados emergentes y las naciones en desarrollo".
Brian Hart, de Oxford University Politics, señala astutamente la astucia detrás de las medidas de China, enfatizando cómo los funcionarios chinos manipularon ingeniosamente la idea de expansión como un caballo de Troya para iniciar diálogos y preparar el escenario para nuevas iniciativas con otras naciones.
China logró infiltrarse en interacciones de alto nivel, y el diplomático Yi consiguió audiencias privadas con líderes de una amplia gama de países, incluidos Bangladesh, Cuba, Etiopía e Irán, todos bajo la apariencia de la congregación BRICS.
Esta medida fue estratégica y colocó a China en el epicentro del diálogo y la influencia internacionales. Además, los ojos de Beijing están firmemente puestos en disminuir la influencia global del G7, una congregación de las economías democráticas más grandes y prósperas del mundo.
Al impulsar la agenda de los BRICS, China pretende desafiar el dominio comercial y de mercado de estas poderosas naciones, al mismo tiempo que promueve la desdolarización, un principio central de la declaración de misión de los BRICS.
Una jugada a largo plazo por el dominio
La expansión de los BRICS no es sólo una toma de poder momentánea; es una estrategia a largo plazo meticulosamente calculada.
Con la inclusión de los nuevos miembros, la alianza ha visto su PIB colectivo aumentar en más del 10%, acercándose cada vez más a la destreza económica del G7, aunque todavía a unos pocos billones de distancia.
No se puede pasar por alto la inclusión estratégica de los gigantes energéticos Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, ya que refuerza significativamente la influencia del bloque sobre los suministros energéticos mundiales.
China, como el consumidor de energía más voraz del mundo, se beneficiará enormemente de esta expansión en particular.
Hart señala con franqueza la innegable atracción gravitacional de China dentro de la constelación BRICS, afirmando que el tamaño y la influencia de la nación hacen que sea imposible ignorarla.
Predice que Beijing sólo reforzará su control y amplificará sus logros dentro de la alianza a medida que siga marcando el comienzo de aliados que se alineen con su agenda.
Con cada nuevo miembro que es absorbido por el grupo BRICS, la influencia de China se magnifica y se fortalece su capacidad para dirigir la trayectoria del bloque.
Esta expansión, bajo el barniz de cooperación global y solidaridad de los mercados emergentes, es esencialmente una jugada de ajedrez de China, que prepara el escenario para una era en la que su dominio es indiscutible y su influencia, incomparable.
La verdadera pregunta sigue siendo: ¿está el mundo preparado para un bloque BRICS abrumadoramente influenciado por el susurro del dragón? Sólo el tiempo revelará las verdaderas ramificaciones de esta expansión, pero una cosa es segura: China está jugando una partida de alto riesgo en el tablero de ajedrez mundial, y la alianza BRICS es su peón.