A raíz del tumultuoso colapso de Credit Suisse, el organismo de control financiero de Suiza Esta medida no es sólo una reacción a una única debacle financiera, sino una señal clara de un paradigma cambiante en la supervisión del sector bancario suizo. La caída de Credit Suisse, una institución bancaria de 167 años de antigüedad, no sólo sacudió los cimientos de las finanzas suizas; expuso lagunas evidentes en los mecanismos regulatorios.
Un llamado a una mayor supervisión
El informe de 84 páginas de FINMA sobre la quiebra de Credit Suisse, cargado de detalles intrincados del desmoronamiento del banco, subraya la necesidad de herramientas regulatorias más sólidas. El informe critica al banco por su mediocre implementación de objetivos estratégicos, una serie de escándalos y errores de gestión.
Para evitar que semejante fiasco se repita, FINMA sugiere otorgar a los reguladores la capacidad de imponer multas a las instituciones financieras e introducir un régimen de altos directivos. Este régimen propuesto, que refleja el sistema del Reino Unido, apunta a imponer una mayor responsabilidad personal entre los altos ejecutivos.
El llamado a estas reformas resuena con los sentimientos expresados por Sergio Ermotti, director ejecutivo de la UBS. Su respaldo a un paquete integral de reformas, propuesto por un panel designado por el gobierno, indica un creciente consenso entre los líderes financieros suizos sobre la urgencia de una reforma regulatoria. Las conclusiones del grupo parlamentario, que examinó el casi colapso de Credit Suisse, enfatizan una debilidad percibida en las actuales capacidades de gestión de crisis de FINMA.
El rigor de la supervisión de FINMA
En su informe autorreflexivo, FINMA detalló su enfoque de supervisión durante los tumultuosos últimos años de Credit Suisse. Desde 2012, el regulador emprendió un proceso de supervisión exhaustivo, que incluyó 43 investigaciones preliminares, numerosas amonestaciones, acusaciones penales y procedimientos de ejecución. Sorprendentemente, una parte importante de estas acciones tuvo lugar después de 2018, lo que pone de relieve un enfoque regulatorio intensificado en los últimos años.
Los registros de FINMA revelan la asombrosa cifra de 108 revisiones de supervisión in situ en Credit Suisse entre 2018 y 2022, que documentan 382 puntos que requieren acción, con un número sustancial clasificado como riesgo alto o crítico. Estas cifras reflejan un organismo regulador en su cenit operativo, empleando todas las herramientas dentro de su arsenal legal. A pesar de estos esfuerzos, el eventual colapso de Credit Suisse ha llevado a un examen introspectivo dentro de FINMA y exige mayores poderes regulatorios.
La búsqueda de una mayor autoridad regulatoria por parte de FINMA se desarrolla en un contexto de incertidumbre financiera global y la creciente complejidad de los productos y servicios financieros. El sector financiero suizo, tradicionalmente visto como un bastión de estabilidad y discreción, ahora está lidiando con las realidades de las vulnerabilidades de la banca moderna. La saga de Credit Suisse sirve como una llamada de atención, no sólo para los reguladores suizos, sino también para los organismos de control financiero global, enfatizando la necesidad de agilidad, previsión y mecanismos de aplicación tron en la supervisión bancaria.
En esencia, la crisis de Credit Suisse y el posterior pedido de FINMA de más poder marcan un momento crucial en la regulación bancaria suiza. Es una historia de introspección, adaptación y la búsqueda incesante de la estabilidad financiera en un panorama económico en constante evolución. Mientras FINMA busca reforzar su influencia regulatoria, la comunidad financiera global observa de cerca, reconociendo que las repercusiones de estos cambios tendrán eco mucho más allá de los Alpes suizos. El camino que tienen por delante FINMA y el sector financiero suizo no se trata sólo de recuperarse de una caída histórica, sino de defi la esencia misma de la supervisión bancaria en un mundo financiero cada vez más interconectado y complejo.