El choque entre la industria de las criptomonedas y los poderes fácticos en Washington ha llegado a un punto de ebullición, con la Casa Blanca mirando de reojo masivamente a Bitcoin y sus operaciones mineras hambrientas de energía. A medida que el precio de BTC se dispara a alturas no vistas desde 2021, alcanzando la friolera de $60,400, parece haber desencadenado algo más que el simple frenesí de los inversores; tiene al gobierno de EE.UU. preocupado por las implicaciones para nuestra ya debilitada red eléctrica.
Han surgido informes, cortesía de Charles Gasparino de Fox Business, de que la administración no se está quedando sentada y mirando. El aumento en de Bitcoin y el frenesí minero que alimenta aparentemente ha provocado algunas noches de insomnio en 1600 Pennsylvania Avenue, con preocupaciones sobre cómo esta locura por las criptomonedas está aumentando la demanda de electricidad.
El ascenso de Bitcoin a su gloria actual no es sólo un motivo de celebración entre los entusiastas de las criptomonedas; También está haciendo sonar las alarmas en la Casa Blanca. La administración ha expresado abiertamente sus preocupaciones, señalando que el proceso de minería Bitcoin no es sólo un consumidor de energía sino una carga enorme para la infraestructura energética del país. Según se informa, se trata de garantizar que nuestros recursos energéticos no sean devorados por una industria que parece tener un apetito insaciable de electricidad.
La Casa Blanca ha estado en este ritmo durante un tiempo, ya que anteriormente planteó la idea de un impuesto especial a la energía minera de activos digitales (DAME) en mayo de 2023. ¿Su problema? El “costo económico y ambiental” de la criptominería, que, en su opinión, es un precio demasiado elevado para que lo paguemos el resto de nosotros. ¿Recuerda la propuesta de imponer un impuesto del 30% a la electricidad utilizada por los mineros Bitcoin ?
Cuando la Administración Biden expuso sus planes para el año fiscal 2024, dejó claro que la minería Bitcoin está en su punto de mira. El impuesto DAME se aplicará gradualmente a lo largo de tres años y se centrará en el consumo de energía y el impacto ambiental de las operaciones mineras.
Este impuesto propuesto es parte de una crítica más amplia a la industria de la criptominería, en la que la administración cuestiona las contribuciones económicas y sociales del sector. A pesar del considerable uso de energía, la Casa Blanca sostiene que la criptominería no logra generar los beneficios económicos locales y nacionales que normalmente justifican dicho consumo.
Pero no nos limitemos a confiar en la palabra del gobierno. Los críticos del sector cripto argumentan que las preocupaciones de la administración son exageradas, una reacción instintiva a una industria incomprendida y en evolución. Advierten que tales medidas regulatorias podrían no sólo sofocar la innovación, sino que también podrían desencadenar consecuencias no deseadas en la búsqueda del dominio de las criptomonedas.