El bloque BRICS, un faro de influencia global emergente, está trazando un rumbo para alterar el status quo económico actual, encabezando un movimiento para destronar el del dólar en la economía global. Esta audaz estrategia, arraigada en la búsqueda del equilibrio económico, presagia una nueva era en el panorama financiero internacional.
Una nueva alianza económica para los BRICS
La expansión de la alianza BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y sus posibles miembros) marca un cambio significativo en la dinámica económica global. Nigeria, que ha expresado un gran interés en unirse a esta alianza, es un testimonio del creciente descontento con la supremacía económica occidental. Muda Yusuf, del Centro para la Promoción de la Empresa Privada de Nigeria, expresa este sentimiento y destaca el potencial de beneficio mutuo que ofrecen los BRICS para una economía global más equilibrada.
En 2023, los BRICS presenciaron un notable aumento en crecimiento e influencia. Esta alianza, que antes era un actor secundario en el escenario mundial, se ha convertido ahora en una fuerza formidable que desafía el orden establecido y propone cambios transformadores. Estos cambios giran en torno a una idea fundamental: reemplazar el dólar estadounidense con monedas alternativas en las transacciones globales, una medida destinada a estabilizar la economía mundial.
Yusuf arroja luz sobre la necesidad de un mundo multipolar, enfatizando la necesidad de un sistema económico que refleje la diversidad de las potencias globales. Este punto de vista resuena con el objetivo más amplio de la alianza de crear un orden mundial más justo, especialmente para los países del Sur Global que han estado durante mucho tiempo bajo la sombra del dominio occidental.
Cambiando los paradigmas globales
El bloque BRICS no es sólo una alianza económica; es una declaración política, una voz colectiva contra el unilateralismo percibido de Occidente. Las críticas de la alianza a Estados Unidos se extienden a su política exterior, particularmente a su postura en el conflicto palestino-israelí y su enfoque hacia Rusia y Ucrania. Por el contrario, China, a través de iniciativas como la Iniciativa de Seguridad Global, ha logrado avances en la promoción de la paz y el desarrollo sostenible, como lo demuestra su papel en la normalización de las relaciones entre Irán y Arabia Saudita.
La reciente expansión de los BRICS, que da la bienvenida a nuevos miembros como Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, mejora significativamente su influencia global. Esta expansión no es sólo un aumento numérico; es un movimiento estratégico para crear un panorama económico global más equilibrado. La inclusión de estos nuevos miembros está preparada para cambiar la participación del grupo en el PIB global a un imponente 36 por ciento y extender su alcance demográfico a casi la mitad de la población mundial.
Este crecimiento va acompañado de un esfuerzo concertado para establecer sistemas financieros y comerciales más justos, menos susceptibles al control occidental. La utilización del dólar como arma, como se ve en la imposición de sanciones y barreras comerciales, ha sido un factor crítico que impulsó este cambio. BRICS pretende desafiar esto abogando por el comercio en monedas alternativas, socavando potencialmente la supremacía del dólar como moneda internacional por defecto.
La dinámica interna dentro de los BRICS, sin embargo, presenta un panorama complejo. La diversidad de sus miembros, en términos de sus modelos económicos, sistemas políticos e intereses regionales, plantea desafíos importantes para la coherencia y eficacia de la alianza. A pesar de estos desafíos, los BRICS están avanzando en ciertos ámbitos, como el financiamiento de infraestructura a través del Nuevo Banco de Desarrollo.
Es probable que la alianza BRICS, bajo la actual presidencia de Rusia, se centre en áreas que se alineen con los intereses compartidos de sus miembros, como reducir la dependencia del dólar estadounidense y mejorar la independencia comercial. Si bien la expansión de los BRICS no los transforma inmediatamente en un contrapeso unificado para Occidente, ciertamente disminuye la influencia occidental sobre los países miembros individuales.
La medida de los BRICS para disminuir el dominio del dólar es más que una estrategia económica; es una maniobra geopolítica que refleja la cambiante dinámica de poder en el orden global. Si bien el camino por recorrer está plagado de desafíos y contradicciones, la determinación de la alianza de forjar un mundo multipolar es inconfundible. Queda por ver si este esfuerzo remodelará la economía y la política globales, pero una cosa está clara: el bloque BRICS ya no se contenta con desempeñar un papel secundario en un mundo dominado por las potencias occidentales.