A medida que se desarrolla la saga FTX, se está convirtiendo en un guión digno de Hollywood, sin palomitas de maíz ni finales felices. Recientemente, Sunil, un acreedor con intereses creados en FTX, lanzó una bola curva a la mezcla. Según Sunil, la correspondencia de John Ray sobre Sam Bankman-Fried no sólo está fuera de lugar; está volando hacia el reino de la ficción. Y ay, cómo se complica la trama.
Las acusaciones: una inmersión profunda
Las acusaciones de Sunil no sólo son graves; son sísmicos en el contexto de la crisis de FTX. Para empezar, la afirmación de que FTX, bajo un nuevo liderazgo, ha sido todo menos un ángel guardián para sus acreedores es sorprendente. Imagínese esto: Solana , una criptomoneda con la agilidad de un galgo, que se vende a 60 dólares cuando el mercado pestañeaba a 170 dólares. Y ni siquiera comencemos con la desconcertante saga Mysten de mil millones de dólares. Es como vender tu paraguas en medio de un aguacero y luego preguntarte por qué estás empapado.
Pero espera hay mas. Cuando John Ray entró pavoneándose en la oficina del CEO, FTX tenía 105 Bitcoin Bitcoin su bóveda digital. No es un pequeño cambio, ¿verdad? Pero ¿qué pasa con los aproximadamente 55 millones Solana ? Grillos. Es como descubrir que tu mago favorito ha estado escondiendo algo más que conejos en su sombrero.
El verdadero truco, sin embargo, es la supuesta puerta trasera que dejó entreabierta Alameda, la otra creación de SBF. Esto no es sólo un pequeño descuido; es un enorme agujero a través del cual las criptomonedas podrían haber desaparecido en el éter, haciendo imposible que los acreedores reclamen sus tesoros digitales. ¿Y quién supuestamente estaba involucrado en esta gran ilusión? Nada menos que Sullivan y Cromwell (S&C), según rumores internos, quienes aparentemente fueron tan útiles como la puerta mosquitera de un submarino para detener esta debacle.
La contranarrativa: una batalla de perspectivas
La carta de John Ray, por otra parte, pinta un cuadro diferente. En él, se pone la capa del héroe y trabaja incansablemente junto a un equipo de profesionales para salvar lo que queda del naufragio del FTX. Según él, sus esfuerzos han sido hercúleos, involucrando una reestructuración de la gobernanza y protección de activos que podrían rivalizar con la seguridad de Fort Knox. La narrativa de Ray sugiere que sin su intervención, los activos de FTX serían poco más que una nota a pie de página en los anales de las calamidades de las criptomonedas.
Ray sostiene además que es precisamente gracias a los procedimientos del Capítulo 11 que activos como Solana tuvieron un respiro para recuperarse. En su opinión, el proceso judicial ha sido el faro que ha guiado el barco de FTX lejos de las rocas, permitiendo la recuperación de activos que ahora ofrecen un rayo de esperanza a los acreedores.
Pero aquí es donde los caminos divergen. Sunil y su bando ven la situación a través de una lente teñida de escepticismo. Argumentan que las acciones tomadas no han sido lo mejor para los acreedores de FTX. En cambio, ven que se está tejiendo una narrativa que desvía la culpa hacia fuerzas externas y a la gestión anterior, retratando los esfuerzos actuales bajo una luz heroica que tal vez no sea del todo merecida.
En el centro de esta disputa hay un desacuerdo fundamental sobre el camino que ha tomado FTX desde que se declaró en quiebra. Por un lado, existe la creencia de que las acciones de la nueva dirección han sido similares a reorganizar las tumbonas del Titanic, con decisiones cuestionables y falta de transparencia sobre el alcance total de los activos y pasivos.
Por otro lado, hay una narración de un fénix que resurge de las cenizas, con Ray y su equipo retratados como los arquitectos de una recuperación milagrosa. Esta historia habla de esfuerzos incansables para corregir errores, perseguir a los culpables y, de alguna manera, contra todo pronóstico, comenzar a resarcir a los acreedores nuevamente.